domingo, 19 de octubre de 2025

El hilo invisible del amor de Dios

Tengo la fortuna de estudiar en una maravillosa escuela de lo sobrenatural. Estos días viví una semana sumergida en todo lo que se podía experimentar de manera presencial. Aún sigo procesando todo lo vivido. Sin embargo, como quienes me han leído por años saben, este blog no busca tanto contar mis experiencias, sino recordar la bondad de Dios a lo largo del tiempo.

En primer lugar, quiero decir que desde los documentos para el viaje hasta la provisión, todo ha sido una cadena de milagros asombrosos. Eran cosas que antes no me sucedían, pero como me dijo una excelente amiga: “Ahora sí te pasan.”

No contaré quizás cada detalle de lo vivido, pero no puedo dejar de pensar en el hilo conductor que percibí en todo. En una de las charlas, una persona habló acerca de la sanidad que Dios quería traer a quienes no habíamos sentido Su presencia en momentos difíciles de soledad. Al escucharlo, sentí en mi corazón que había llegado el tiempo de mirar esos momentos pasados y reconocer la presencia de Dios en ellos.

Luego, una mujer maravillosa me abrazó de una manera que solo puedo describir como el abrazo de Dios. No sé cuánto tiempo lloré en sus brazos, pero sentía cómo se iban de mi corazón los recuerdos dolorosos que había cargado por tanto tiempo. Ella no dijo ni una palabra, pero experimenté un consuelo tan profundo, como si el cielo entero me envolviera. Era el abrazo que tantas veces le pedí a Dios en aquellas temporadas donde no recibí abrazos, sino que, por el contrario, viví situaciones muy dolorosas.

Ese abrazo no cerró todo, pero sí abrió un proceso. En las conversaciones que tuve con Dios después, dos personas diferentes me hablaron sobre lo mismo: que Él me permitiría experimentar relaciones donde sería amada como Él me ama. No puedo contar las veces que he orado por eso, porque quienes me conocen saben que, después de Dios, las relaciones son lo más importante para mí. Así que allí estaba yo, con lágrimas por doquier, escuchando a Dios hablarme sobre esa área tan sensible de mi corazón.

Durante esos días le pedí a Dios un momento especial con alguien que quiero mucho y que ha sido clave en todo este proceso de transformación que he vivido en el último año. Ella me hizo un par de preguntas, oró por mí y me abrazó. Fue un momento tan hermoso que guardo como un tesoro en mi corazón.

Para mí, todo esto tiene un hilo conductor divino: el mismo propósito que se cumplió en la cruz, restaurar nuestra relación con Dios, pero también con los demás —en lo vertical y en lo horizontal—. Este texto es solo un breve resumen de lo vivido, para no olvidarlo y poder contarlo con más detalle a quien desee escucharlo.

Estoy profundamente abrumada por Su amor. Como decía estos días, cuando uno se encuentra verdaderamente con el amor de Dios, eso inevitablemente se refleja en un amor desbordante hacia otros.

No puedo comprender cómo el Dios del universo se fija en mí, me ve y me ama… pero sí deseo ir cada vez más profundo en Él. Como bien dice una persona a quien admiro y quiero mucho: “Con Dios siempre hay más… mucho más.”




lunes, 13 de octubre de 2025

Entre hojas que caen y promesas que florecen

Dice la Biblia: “Tiempo y ocasión acontecen a todos.”

No había tenido la oportunidad de estar en una temporada de transición, de paso de una estación a otra. Durante este viaje he sentido a Dios hablándome acerca de una nueva temporada para mi vida, que coincide con la temporada en la que está entrando la ciudad en la que me encuentro.


 

Cuando llegué, el sol brillaba maravillosamente, y ahora han comenzado a soplar vientos un tanto fríos para mí. La experiencia ha sido extraordinaria: ver cómo las hojas, poco a poco, van cambiando de verde a tonos amarillos, luego a naranjas y finalmente a cafés.

Me gusta esta nueva temporada en la que estoy entrando, por las promesas que estoy recibiendo, porque son oraciones contestadas de años. Sin embargo, no desprecio lo vivido, porque cada temporada trae su tiempo y su ocasión.



 

Deseo tomarlo todo, caminando con Dios hacia esta nueva invitación que Él me hace: si aprendí a sonreír cuando la higuera no florecía, ahora mi alegría aumentará al ver los higos florecer y las vides dar su olor.

A puertas de cumplir años, solo puedo estar agradecida con mi amado Dios, que ha sido tan fiel y tan bueno. Estoy emocionada por lo que viene. En esta semana he experimentado un rompimiento en el área del amor, porque muchas veces intenté alcanzarlo. Aunque en mi mente me repetía que no tenía que hacerlo, en mi interior seguía luchando. Ahora lo sé: mi mente ha tenido un cambio completo.


 

Abrazo esta nueva temporada, que por fin logro vivir desde el amor y no desde el temor, el miedo o el abandono.

Quizás así fue también para Jacob: luchaba por alcanzar tantas cosas en su vida, hasta que tuvo un encuentro con su Creador. Ese encuentro no solo le cambió el nombre, sino que lo transformó completamente. Me impresiona porque, en estos días, tuve una visión que no quiero olvidar. Tal como Jacob nombró el lugar donde se encontró con Dios, también yo me encontré con Él en Bethel. Pude ver el cielo abrirse y ángeles subiendo y bajando. Supe entonces que este es un nuevo tiempo, no solo porque yo lo anhelara, sino porque Él ya lo tenía escrito en Su libro. A Él le place darnos más de Sí mismo y de Su ternura.

Estoy feliz de saber que ya no viviré desde el trauma, sino que todo será usado para bendecir a otros, para mostrarles las bondades que Él ha hecho conmigo. Si lo ha hecho conmigo, también está disponible para todo aquel que quiera recibirlo.



miércoles, 18 de junio de 2025

Buenos regalos

Hace un año entre en un tiempo con Dios de profunda sanidad, para ser muy honesta no se como eso se iba a ver un año después, y estoy muy agradecida con Dios por la obra que ha hecho y seguirá haciendo en mí.

Por estos días he pensado en un valor fundamental del reino y es que la salvación nos da una identidad gozosa, no dejo de pensar en ello porque así siento que ha pasado con mi vida, entre más le conozco y me sumerjo en Él mi corazón estalla de un gozo inexplicable.

“Ahora vivimos en el poder de la sanidad, la verdad, el gozo y de una vida plena que nos permite hacer lo que Dios quiere que hagamos, anhelar lo que Dios anhela y nos hace vivir una vida movida por el corazón de Dios” dice el autor Dann Farrelly.

Y estoy tan de acuerdo con esto, en la medida en que le conocemos y Él se nos es revelado y nos revela nuestra verdadera identidad, nuestra vida es transformada.

También estoy completamente agradecida con Dios por los regalos que me ha dado, y no me refiero a cosas materiales sino a las personas maravillosas que me dio en este proceso, y mucho antes de esto, y quien creo que Dios me ha dado como tesoros para mantener relaciones de pacto.

Es curioso por que toda mi vida había creído que las relaciones podían ser por muchos años con propósito y vivía algo triste al ver que quizás lo que yo leía de pequeña en la biblia no lo había visto de la forma correcta, relaciones como las de Jonatan y David, por ejemplo, y sin embrago quien conoce la profundidad de nuestro corazón porque Él mismo es demasiado profundo fue quien se las invento, y he encontrado ese tipo de relaciones y estoy tan agradecida con Dios por ello.

Son buenos regalos, no los merezco son por gracia, pero los disfruto demasiado, pienso en el paralitico llevado por sus amigos a Jesús, rompiendo techos para que él pudiera recibir de Dios todo lo que tenia preparado, sanidad, pero salvación, y es que esas relaciones son las que te llevan no a convertirte en una mejor versión de ti mismo sino en llegar a ser más como Jesús.

Soy afortunada, y quiero dejarlo por escrito, porque ha significado sanidad para mi corazón, Dios es tan generoso que nos da su amor, pero tan generoso que nos muestra su amor también a través de otros y eso es un regalo inmerecido por el que quiero decir gracias.

Solo puedo decir que esta última temporada ha sido repuesta de muchas oraciones de años, estoy agradecida y feliz, sabiendo que nuestro amado nos ha amado con amor eterno para estar con Él y otros, eso me hace sentir con el corazón llenito, y dejar un texto para recordarlo es una manera de recordar en el futuro el camino recorrido y celebrar a Dios por que siempre ha sido bueno.



miércoles, 10 de julio de 2024

Alfarero

Vivir con dolor es una cosa muy fuerte. Escribo esto mientras me pasan electricidad en uno de mis pies. Aquí estoy en rehabilitación tratando de vivir sin dolor sino con sanidad completa. Tristemente hay dolores que no se pueden tratar a menos que Dios obre los milagros que Él sabe hacer.

A veces pensamos que el dolor emocional es parecido, que no hay forma de quitarlo, arrancarlo, y por fin abandonarlo. Personalmente he descubierto que sí se puede vivir sin dolor emocional, en el sentido de la sanidad de la herida y no en el sentido de que nunca vayamos a volver a ser lastimados.

Por estos días pensaba mucho en esta historia maravillosa que está en Jeremías.

“Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.” Jeremías 18:2-6.

Y pensé mucho en esto porque de repente me encontré en una situación parecida si pudiera decir. Es como si Dios supiera que era tiempo de hablarme acerca de heridas del pasado. Entonces me llevo a su casa una vez más, a la casa del alfarero, y allí comenzó a hablarme de múltiples situaciones que había vivido, yo había intentado simplemente dejar que eso cicatrizara y seguir adelante así sin ningún proceso de limpieza y recuperación, porque hay cicatrices que han sanado con el proceso adecuado y otras que aún duelen por falta de tratamiento.

Y allí me encontraba yo, con un dolor de la boca al estómago que no lograba identificar, me pregunté ¿Qué había hecho antes para evitarlo? ¿Qué hacer para pasar la página? Intente hacer las cosas del pasado, distracción en muchas formas “sanas” sin embargo la voz suave de Dios me indicó que quería varios días para tratar con mi alma, con mi corazón, con estas heridas, en contra de Él y de otros.

Fueron días bastante difíciles, de llorar, llorar y llorar mucho. De pensar cómo cuando me hacen el masaje en el pie, por favor no más, pero recordar lo que dice Joyce Meyer: Es mejor el dolor de pasar por la sanidad que el dolor de vivir en ella.

Así que aunque quise huir mucho, le dije a Dios que está bien que estaba en sus manos así como la vasija rota en las manos del alfarero.

Hablamos horas, caminamos horas, lloramos horas, fui vulnerable con Dios por muchos días, cada recuerdo fue sacado, fue entregado a Él, no había nada de superficialidad en los temas hablados.

Fue una cirugía a corazón abierto, solo que no había anestesia, porque no había un medicamento para tomar para este dolor.

Descubrimos heridas que ni recordaba y también como eso me ha afectado en mi forma de relacionarme, descubrí porque digo ciertas frases o las veces que hago tremendo drama de ciertas situaciones.

Sin embargo el dulce Espíritu Santo estuvo ahí para darme consuelo, para abrazarme y decirme que Él sabía lo que dolía pero que mirara hacia la cruz donde aún esas heridas fueron llevadas. Y entonces el iba a restaurar, y así lo ha hecho.

La vergüenza quería tomar el control, también la culpabilidad por tantos errores cometidos, y sin embargo la cruz y su sangre seguían siendo suficientes para cubrirme.

Fueron y han sido días muy fuertes, de mucha libertad, porque también había que ser consciente que de todo esto el maligno se quería aprovechar. Pero aún en la cruz fue humillado públicamente. Fue derrotado.

Sigo en el camino de aprender del que creó las relaciones, del que me amo tanto y me acepto tanto, que sabe que soy barro, que soy una vasija rota en sus manos, y que su deseo es sanarme para seguir haciendo su obra en mi.

Yo le dije que era más fácil volver a aislarse o no luchar por las relaciones y Él me mostró la imagen de Jesús buscando a Pedro, haciéndole pescado y diciéndole ¿me amas? ¿Me quieres? Y esa imagen me trasformó, nuestro Jesús no nos necesita, y sin embargo nos busca y desea que nos relacionemos así con los otros, que los amemos tal cual nos ama Él, no menos, no más, solo como Él lo hace, fiel, leal, incondicional.

No sé que viene hacia el futuro sólo sé que ha sido un tiempo profundo en el cual estoy creciendo y que espero seguir creciendo en especial con personas que Dios nos deja amar profundamente.

Obvio es más fácil vivir solos pero fuimos creados para conexión profunda con Él y con otros, espero los otros también me permitan estar ahí para seguir yendo al alfarero y un día reírnos de lo duro que fue pero lo sanador que también lo es.

Cómo me dijo alguien a quien considero un tesoro y quien espero me deje seguir construyendo: “Si queremos llegar rápido estar solos, pero si queremos llegar más lejos estar acompañados” o como lo diría la biblia "Mejor son dos que uno" que aplica para todas las relaciones y no solo el matrimonio.

Y por último me queda decir que al gran alfarero no se le va ningún dolor emocional de las manos y Él es suficiente medicina para nuestra alma, y nos ayudará en cada parte del proceso.



jueves, 28 de abril de 2022

Viviendo el milagro

 Se acerca el primer año de haber sufrido un accidente grave en bici, grave porque pude llegar a perder la vida, sin embrago, hoy casi un año después estoy viviendo el milagro. 

Sin lugar a dudas, no ha sido un tiempo fácil, aunque muchos me ven sonreír sin dientes, he pasado varios días al espejo, después de la caída, limpiando las heridas, orando porque no se caigan más dientes, llorando al cepillarme cada vez que tengo un control médico, comiendo con pitillo cuando la boca vuelve y se inflama, tapando eventualmente mi boca cuando me rio, porque siento que la gente me mira el hueco entre los dientes.

Trato de ser normal, de hacer como que nada pasa, pero a veces reviso las fotografías, y me da un poco de tristeza no tener los dientes, todo nace porque por muchos años no sonreí, los vacíos profundos, el abuso, la ruptura del matrimonio de mis padres, las relaciones quebradas familiares, el enojo guardado, las heridas sin sanar, el conocer a Dios y sentir que no hacia nada por mi, los deseos de morir, y llorar pidiendo morir, entre tantas cosas, hacían que no sonriera. 

La adolescencia, siendo juzgada por no ser como otras niñas, no tener novios para guardarme para un matrimonio, el ser juzgada por creer en un Dios que mis compañeros de colegio criticaban y adicional tener dientes grandes, sí grandes, porque para mi pequeño rostro de adolescente esos dientes eran inmensos. 

Entonces Dios me encontró y él empezó a sanarme las heridas del corazón, y empecé a sonreír con esos dientes grandes que ya no se veían así porque había crecido y ya se moldeaban a mi rostro que ya no era de niña sino de adulta. 

Sonreí a medida que Dios sanaba las heridas y esos cuadros oscuros y dolorosos mencionados anteriormente, ya me reía a carcajadas y comencé a mostrar mis dientes en las fotos, sí, antes no lo hacia, no tenia motivos para hacerlo, pero ahora encontrándome con la mirada de Dios podía sonreír. 

La gente me lo hizo notar, me decían que yo era muy alegre, que contaba buenos chistes, que me veía feliz y entonces me di cuenta que Dios me había cumplido lo que había escuchado de niña, que mi boca se llenaría de risa y mi lengua de alabanza, por fin tenia razones para vivir. 

Por eso perder mis dientes, no fue fácil, me he repetido una y otra vez, que tal vez se me quería quitar la sonrisa pero nunca la alegría de vivir, sin embargo, el dolor quiere meter todas esas promesas y esos regalos de sanidad y de vida en un cajón y olvidarlos por completo. 

Es ahí donde recuerdo que estoy viviendo un milagro y que lo que se me fue arrebatado, sea aquí o en el cielo me será recompensado, llegara el día donde no habrá más llanto, ni dolor,  por eso seguiré viviendo el milagro, que aunque nadie entiende lo que para mi significo perder una parte importante de mi cuerpo, recordare que esto me ha llevado a conocer partes de Dios que desconocía, y saber que en su cuerpo perdió partes para darlas por la mía. 

Qué mayor milagro que su cruz y su resurrección, su muerte para darme vida. 

Primera foto en la que sonreí de nuevo después del accidente


lunes, 17 de mayo de 2021

El club de la pelea

 Alguna vez vi una película titulada con el nombre que decidí darle a esta entrada, creo que no la volvería a ver, y la verdad no recuerdo mucho la trama, solo recuerdo el trauma, habían tantos golpes que los hombres terminaban con el rostro y el cuerpo hecho trizas. Así como resulto mi rostro y mi cuerpo luego de una salida a montar bici como un día normal que solía hacer ejercicio en domingo. 

Antes de que quien lea este texto lo continúe leyendo tiene que saber que todo esto por más loco, absurdo, o fuera de los cabales por efecto de la anestesia, que les pueda parecer, fue real, así lo viví, y fue aterrador y a la vez maravilloso. 

Salí un domingo a montar bici, revise la bici sin ningún inconveniente más que algo baja de aire, le puse aire y empecé mi camino a hacer tal vez según yo unos 30 o 40 km, al estar en el recorrido la llanta de adelante salió a volar, eso lo supe después, lo que recuerdo es estar escuchando una canción, y que todo paso en segundos, estaba en el suelo, con dolor en mi rostro, con sangre por donde mirara.

Se me acerco un señor, yo creo que fue Dios enviándome un Ángel, recuerdo que me dijo: "tranquila tu estas bien, a la bici se le salió la llanta de adelante", él le puso la llanta a la bici y no supe más de él. Varias personas comenzaron a acercarse, todo era borroso como lo que se vive dentro de un sueño, solo escuchaba sus voces, la gente me preguntaba que si me había estrellado con alguien o algo por el estilo, claro, la bici ya había sido acomodada, así que estaba muy confuso todo. 

Logre comunicarme con mamá sin poder hablar, alguien tomo mi celular y le conto lo que estaba sucediendo, este texto se llama el club de la pelea por la forma en que me vi ese día pero también porque creo que en ese mismo instante se inicio una pelea por mi vida. 

No me rompí la cabeza, ni me desnuque, lo cual ya era un milagro, es como si esas partes hubieran sido guardadas, estando en el suelo, llena de sangre y de dolor tan solo pude empezar a orar en mi mente, pidiéndole a Dios que me ayudara, pues este dolor físico es quizás el más difícil que he experimentado.

Solo tenia oración en mi cabeza, dolor en todo mi cuerpo, en especial mi rostro, y una canción que resonaba en mi mente, "todo lo que viene del enemigo lo trasformas para bien", desde allí comprendí que ese momento había sido algo muy difícil, pude enviar un mensaje para pedir oración y creo que fue tan importante contar con quien levanto al cielo un clamor por mi, porque mi dolor era absurdo, pero lo que experimentaba, y el saber que habían personas peleando por mi en oración me hicieron soportar aquel momento. 

Camino a urgencias, solo podía pensar en un texto que encuentro en la biblia: "A los que aman a Dios Todas las cosas ayudan a bien", ¿Cómo podría tener eso en mi mente en un momento tan difícil?, sentía los dientes del frente tanto de arriba como abajo, totalmente desplazados, y solo podía pensar en la cruz, ¿Cómo Jesús pudo experimentar tanto dolor? por eso lo llaman, varón de dolores, a eso me aferre, a pensar en él, en que él me entendía y podría ayudarme a vivir tan trágico momento para mi. 

Pensé mucho en él en mi camino a urgencias, en la sala de espera, en donde todo él que se me acercaba me miraba con pánico en los ojos, ¿Cómo se estaría viendo mi rostro para que tantas expresiones fueran de desagrado y asombro? ¿Cómo se vería el rostro de Jesús camino al Gólgota y clavado en la cruz? 

Fue un tiempo de mucho dolor, lo cual no lo voy a describir al detalle, lo que sí quiero compartir, es que el solo hecho de no haber muerto ese día, ya es un milagro, por un momento pensé que ese iba a ser mi ultimo día aquí, pero Dios una vez más como en el pasado, volvió a salvarme de la muerte, y hoy vivo para contar ese milagro. 

Como segundo milagro fue su compañía en cada momento, podrán llamarme loca pero así fue, lo sentí ahí, estando junto a mi cumpliendo su promesa que "aunque en el mundo tuviera aflicción confiara que el había vencido y había prometido estar todos los días hasta el fin".

Luego en la toma de radiografías algo maravilloso sucedió, se veía mi muñeca de la mano izquierda fracturada, y tenia dolor, los doctores estaban muy confundidos, porque una y otra vez me venia a preguntar, si alguna vez antes de esto yo había sido enyesada en esa muñeca o que si había sufrido una caída de hace años atrás, lo cual nunca ha pasado. 

Así que lo dejaron pasar un día y no podían creer que yo hubiese tenido un fractura que ya se veía sana, un medico hasta algo enojado me dijo: "es una caída que usted no recuerda", pero yo sabia que mi maestro de milagros, ya estaba obrando, él me sanó, hizo un milagro creativo en ese mismo instante, lamento que ese medico no me creyera, porque perdió la oportunidad de hablar de milagros que Dios hace aun hoy. 

Las noches que siguieron fueron completamente difíciles, me dolía todo y no lo calmaban los medicamentos, y sé que solo pude vivirlas, porque Jesús, estaba ahí, él me había dicho que bajo sus alas podía llorar y ser cobijada, así que lloraba y clamaba en mi mente y corazón, me consoló saber que Dios mismo se entrego por mi para que sí yo llegaba a pasar por algún dolor, él me podía entender y ayudar. 

Tengo una lista de música de alabanza y adoración en mi celular, eso fue lo que puse toda la noche del primer día de hospital y cada instante vivido allí, recuerdo entrar a cirugía con algo de inquietud, ¿Y sí este es mi ultimo día en la tierra? ¿Y si no puedo volver hablar? ¿Sí vivo podre seguir sirviéndole a Dios? ¿Podre seguir teniendo el privilegio de salvar vidas? pensé en lo que dejaría atrás, mi familia, mi familia dos, los amigos más cercanos, la iglesia, los discípulos, y solo le dije a Dios que hiciera su voluntad, que sí ese era mi ultimo día yo había vivido al máximo, y que estaría ya con él donde no hay muerte ni dolor.

Y al mismo tiempo sentí en mi corazón el amor que muchos me tienen y yo les tengo, y lo mucho que Dios aun tiene para mi, los planes que aun no he hecho aquí en la tierra, los sobrinos que no he conocido, la propia familia que tendré, las vidas que aun faltan por salvar. 

Solo pensaba en que cuando saliera de eso si Dios me dejaba seguiría amándolo a él y a los demás, nunca me había sentido tan vulnerable y me hubiese encantado poder decir muchos mas te quiero a los que quiero. Nunca me había sentido, tan cerca de la muerte como ese día y a la vez tan cerca de la eternidad. 

Muchos estaban orando por mi, es más tuve el privilegio de orar con mi segunda familia antes de entrar a cirugía, eso me dio paz, ellos oraban y yo solo escuchaba y asentía en mi corazón.

Salí muy rápido de cirugía, y al pasar el efecto de la anestesia, lo supe no tenia sonrisa, porque no habían dientes de arriba, pero tenia el gozo de saber que aun podía seguir amando a Dios aquí y a los demás, podía seguir sirviéndole a Dios, ahí pude hablar de nuevo y llore mucho no tanto de dolor sino de agradecimiento por tener más vida y poder hablar. 

Esa noche volví a orar con mi mamá y luego con mi segunda familia, ha sido de las oraciones más lindas, poder decir gracias Dios por salvarme fue precioso, pase una noche muy difícil, las horas fueron largas pero en mi mente seguía clavado el mensaje de que él seguía ahí, y que "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" 

Hoy ya estoy en casa, recuperándome, pensando en lo bueno y fiel que ha sido Dios, en que me esta diciendo que en esto seguiré viendo milagros, como los que le sucedieron a Moisés cuando Dios lo uso para abrir el mar rojo, me despierto a veces con tristeza, pero se va tan pronto me acerco a él, le escribo mis oraciones si me duele mucho la boca, o si puedo abrirla, soy sincera y le abro mi corazón. 

Muchos esperarían que en los momentos de dolor uno se derrumbara, o que preguntara ¿por qué a mi?, yo he decidido encontrar milagros, intimidad con Dios, escuchar su voz tierna y amorosa, sentir la cobertura de sus alas, conocerlo más profundo y salir de esto más tierna, más cariñosa, más agradecida, más noble, más compasiva, recordar que no sé que traerá el mañana pero sé que nunca se apaga su llama, que salga el sol por donde salga el me ama, como diría una de mis canciones favoritas. 

Hoy escribo esto por que estoy agradecida con Dios por estar viva, porque quiero recordarme que voy a estar bien, porque quiero animar a los que pasan por situaciones muy complejas, aun más que la mía, que Dios está y si él está estaremos bien porque él tiene cuidado de nosotros. 

También quiero agradecer a la familia de Dios, cada oración, cada palabra de animo, cada versículo que me da vida, cada detalle que me han dado, me han hecho saber que definitivamente si lleváramos a muchos a Jesús nuestro mundo seria otro y estableceríamos ese reino que él quiere, gracias a quien se tomo un instante para orar por mi, gracias a los que siguen pendientes de mi. 

Gracias a Dios que me ha dado un día nuevo y un nuevo respirar, seguimos peleando porque esta leve tribulación no es comparable con la recompensa de tenerlo a Él.  

Para finalizar, quiero decir, aférrate a Dios, a su amor que perdura para siempre, aférrate a su palabra, pues de lo que te alimentas en tu rutina, definirá en donde estarás el día oscuro, así que aférrate a él, pues el esta ahí a la puerta de tu vida, para ayudarte a pasar por valle de sombra de muerte, pero también a los buenos planes de bienestar que tiene para ti. 




miércoles, 21 de abril de 2021

¡Ay como me duele!

Recientemente vi el capítulo de una serie médica, donde mostraban a una persona sorda, que había tomado la decisión de hacerse una cirugía para poder oír por primera vez, después de la cirugía ella no se sentía ella misma. 

Había mucho ruido, y había dejado de valorar a su mejor amiga ya que percibía  tanto ruido alrededor que sentía que en realidad ya no la escuchaba. 


Me llamo mucho la atención esa historia en su momento pero recientemente la pienso aún más, debido a que mis oídos no han estado pasando por un buen momento, piel muerta ha generado taponamiento en los mismos, y han generado inflamación de tal forma que en este momento en el que estoy escribiendo este texto, no escucho de la mejor manera. ¡Ay como me duele!, como dice una canción bastante popular de la cantante Selena, y quien ha experimentado un dolor de oído sabe lo que eso significa.


Esa historia de la serie frente a esta historia que sigo viviendo, me han hecho reflexionar sobre la manera en las que escuchamos. Y ambas historias se conectan con el ruido, a veces tenemos tanto ruido en nuestra vida que no escuchamos lo que nos está pasando. 


Dios quien siempre está interesado en hablarnos, lo suele hacer de formas sencillas, tan sencillas que las podemos perder de oído, por tener ruido en nuestra mente y corazón. A veces nos susurra con el viento, que refresca en un día caluroso, a veces nos habla a través de canciones, o nos habla a través de situaciones, pero tal vez la forma más clara y sencilla es a través de sus propias notas, escritas a través de muchas personas compiladas en un solo libro, así es: la Biblia. 


Debido al dolor de oído que he tenido, tengo que hablar pidiendo que por favor me repitan lo que están diciendo, algunos se molestan y no me repiten lo que dijeron, he tenido que concentrarme mucho para escuchar lo que algunos me están diciendo, normalmente presto mucha atención a las palabras, a las expresiones y los tonos con los que alguien se expresa, pero debido a esta situación he tenido que ser más intencional al escuchar. 


He pensado en que no sabemos oír y que odiamos repetir porque esperamos ser oídos correctamente, también me ha llevado a pensar lo paciente que es Dios conmigo, cada vez que le digo: “sé que me amas pero podrías decírmelo más seguido”, tal vez me lo dice constantemente más de lo que he pensado pero mis oídos espirituales pueda ser que también estén tan resecos y tan llenos de piel muerta que no lo escucho, o pueda ser que me lleno de tanto ruido de las preocupaciones diarias que no logro escuchar sus mensajes de amor para mi. 


No sé cómo vamos escuchando por la vida, sin ser tan consientes de ello, un profesor de cultura ciudadana solía decir “oído” cada vez que iba a decir algo, recuerdo que junto a una amiga nos reíamos porque nos parecía muy cómico que en vez de decir atención o escuchen decía eso, aunque entendía que era la forma de romper la monotonía que no deja que prestemos atención a las instrucciones que se nos estaban dando. 


Y pienso mucho en eso porque debido a este dolor de oído que aún tengo, he orado mucho por sanidad, he ido al médico pero sobre todo me he quedado meditando en todas aquellas ocasiones donde los evangelios hablan de sordos que Dios sanaba, siempre me imaginaba esas historias distantes a mi, porque no había tenido la situación de esforzarme para oír, sin embargo hoy adquieren sentido esas lecturas que tal vez sentía ajenas a mi, para pedir por lo físico pero tal vez por lo espiritual porque siento que muchas veces esos oídos espirituales se han llenado de muerte y no han podido escuchar el amor tan claro que Dios me habla a diario. 


Creo que estas cosas a veces se nos permiten vivirlas para seguir haciendo altos en el camino y valorar lo que damos por sentado como un oído físico que nunca falla y también correr al maestro de milagros para ser sanados física y espiritualmente. Encontrar sanidad y poder escuchar lo que nos dice a diario sana nuestra vida, y al igual que la historia de la serie no quiero ruidos que no me dejen oír verdaderamente a mi mejor amigo a aquel que me ha amado con amor eterno. 






El hilo invisible del amor de Dios

Tengo la fortuna de estudiar en una maravillosa escuela de lo sobrenatural. Estos días viví una semana sumergida en todo lo que se podía exp...