He tenido tiempos diferentes pero no era el tiempo de escribirlos, conocí a alguien que pudo ser el amort pero el renunció a esa idea. No lo lamenten, he aprendido bastante de esa historia que pudo ser y no fue. Confieso que eso me dejó sin ideas para escribir, nunca he querido que este blog sea un lugar de desahogo y mucho menos de queja, más bien un lugar para escapar y salir de nuevo al ruedo de la vida, con fuerza.
Pero he regresado no para hablar de eso sino de la primera vez que se ha ido alguien de mi vida y la veré en el cielo. No hace mucho murió mi abuela paterna, a quien quiero y recuerdo en este momento con bastante cariño, recuerdo las idas a Moniquira cuando pequeña y hospedarme en su casa, recuerdo el tiempo que vivi con ella en nuestra casa, recuerdo la última vez que la visite en Moniquira, así la quise recordar.
En el momento que supe que ella murió entre en caos porque mi familia estaba lejos y llore bastante, pero doy gracias a Dios por las personas que él me permite tener a mi lado para recordarme el foco de mi vida, Dios, en ese momento una amiga muy querida, oro por mi y pude estar tranquila para lo que debía afrontar por aquellos días.
Hice un viaje largo para estar al lado de papá, y estar ahí para él. A veces es solo eso lo que necesitamos en esos momentos.
Mi abuela era cristiana de hecho ella le hablo a mi mamá de Dios y mi mamá a su vez nos mostró a Dios, así que a mi abuela le debo el poder ser feliz hoy en día. Mi abuela asistía a una iglesia en el pueblo cada domingo pero cuando los que dirigen el lugar fueron a estar con nosotros y nos hablaron de ella, me marcaron el corazón, los que me conocen un poco más saben que mi abuela sufrió de mucho dolor en los últimos años, estaba enferma pero no hallaron la razón, y sin embargo ella nunca falto a la iglesia y no dejo de levantar sus manos para hablar de lo grande y bueno que es Dios. Eso me hizo pensar en cuantas excusas a veces tenemos pero mi abuela tenía una fe hacia Dios inquebrantable, es por eso que sé que ella tendrá muchas recompensas y que nos veremos en el cielo.
Escribo este texto entonces más para dedicarlo a aquellos que han perdido al igual que yo a un ser amado, o que han perdido la esperanza, escribo este texto para decirles que en ese tiempo de profundo dolor he podido conocer a Dios de otra manera y aunque ya lo había sentido así en varios momentos esta vez fue demasiado clave en mi vida saber que tengo a alguien siempre para mí. A Dios, a el consolador. Pude ver a Dios secando las lágrimas, abrazándome sin decirme nada, sólo dándome fuerza, pude sentir que a él le podía abrir mi corazón y entregarle cada cosa que deje de hacer o cada cosa que pude hacer con la abuela, pude llorar sin ser juzgada y más bien sintiéndome amada.
Así que querido lector este es un texto para contarle que al igual que yo usted puede experimentar el amor de Dios, en esos momentos difíciles cuando se ha ido alguien, cuando se ha roto un sueño, cuando no entendemos los por qué ni para qué. Un Dios que promete estar cada día, cada instante y que promete consolarnos en aquellos momentos.
Es extraño, claro, el ya lo tener a la abuela, pero tengo la seguridad que me veré con ella en el cielo y que será premiada por ser fiel y por haber dejado huella en mi mamá, en mi y ahora en aquellos a quien tengo el privilegio de compartirles el amor tan maravilloso que Dios nos da todo el tiempo.
Les comparto la ultima foto que me tome con ella, así la recuerdo, sonriendo.