Recuerdo la primera vez que vi un avión cerca a un aeropuerto, mi hermano y yo pedimos a papá llevarnos allá, y observar como estos despegaban, queríamos estar dentro del aeropuerto, pero él nos decía que no era posible entrar a menos que fuéremos a viajar, por esto se acerco a un lugar trasero donde pudimos ver como despegaban esos enormes medios de transporte.
El rostro de mi hermano y del mío fueron iluminados, teníamos una sonrisa que nadie, ni nada, borrarían ese extraordinario momento, dos pequeños llenos de sueños, en silencio, nos mirábamos y al conversar teníamos lo mismo en el interior: algún día viajar y conocer parte de ese mundo que en el colegio nos enseñaban en mapas. Luego de varios años, acompañamos a una tía a despedirla en el aeropuerto y ese día nuevamente nos miramos con ilusión, como si los dos superamos que un día visitaríamos lugares, que hasta tal vez, no habíamos ni soñado.
Mi hermano fue el primero en volar, Dios le concedió estudiar fuera del país, esa primera vez que se fue sentí como si un trozo de mi, se fuera con él y que ya no habría remiendo, ni remedio alguno que pudiera volver a unir ese trozo que se fue, allí en ese aeropuerto yo vi como Dios había empezado a conceder esos sueños que desde niños habíamos planeado, que habíamos sentido dentro del interior de nuestros corazones.
Antes de salir del país yo deseaba conocer más de Colombia, y ha sido así, conocí parte de Boyaca, he ido a Silvania, Melgar, Girardot, Medellín, Cartagena, Santa Marta, Barranquilla, Cobeñas, Pasto, y hasta la frontera con Ecuador por tierra, y luego llego el momento de ir en avión la primera vez fue a Medellín, pero luego Dios nos permitió ir a San Andrés, un lugar que me encanto y al cual regresaría (estas son otras historias). Ahora Dios me ha concedido salir del país y fue a un lugar maravilloso el cual curiosamente muchos latinoamericanos no visitan, he ido a Playa del Carmen en México, es decir por Cancún y conocí una de las maravillas del mundo y he disfrutado de miles de cosas.
Lo que me sorprende de todo esto es la fidelidad de Dios, el como él en serio cumple lo que promete, da al que pide, de diferentes maneras, él responde al que llama y da mayor gozo a quien lo desea, el como él da semilla al que siembra y pan al que come, ha sido extraordinario ver como esos sueños de niña, que pensaba que tal vez no se llevarían a cabo, Dios mismo los ha cumplido, ese es mi Dios un Dios de detalles de sueños, un Dios que es el Señor de mi vida y que me da mas allá de lo que puedo o pueda llegar a imaginar. Él cambio mi vida y da sueños cada día.
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