Se llamaba Carlos, teníamos quizá tan solo 7 años, a lo mucho, nos conocimos en unas reuniones de escuela dominical, tenia ojos verdes, es quizá lo único que recuerdo de él, nos veíamos cada 8 días e intentamos ponernos de acuerdo para vernos cuantas veces pudiéramos, nuestros padres nos llevaban a aquel lugar los domingos en la mañana, y en tarde algunas veces, nos poníamos citas, él me regalaba barriletes, yo estaba feliz, él también, era un cuento de niños que se veían cada 8 días pero que contaban los días para hacerlo.
Un día él me dijo que fuera su novia, yo acepte, obviamente era un nombre solamente, nos saludábamos con un beso en la mejilla tímidamente. Pero en todo cuento de amort hay una bruja malvada, se llamaba Viviana, curiosamente el nombre de la profesora que más admirábamos y profesora de las clases en las cuales nos encontrábamos, los amenazo sin titubear, que si eramos novios teníamos que confesar, me acobarde, y yo dije que no, tenia miedo, y mientras él decía que si, Viviana logró separarnos, recuerdo sus ojos llenos de lagrimas, lo recuerdo bien porque es quizá la única vez que he visto unos ojos verdes así de extraños y a la vez maravillosos al tener ese color y ese color rojo por las lagrimas, yo también llore, sabia que nunca lo volvería a ver, y así fue, no regreso a esas mismas clases, no sé si porque empezó a ir a otra o simplemente en esa aventura de niños se fue para nunca más volver.
No sé si ustedes queridos lectores también tuvieron un amort inocente, a mi me paso, y es cómico comer un barrilete y recordar eso, escuchar una canción de reggae que se llama barrilete y aunque no tenga nada que ver, recordar eso, recordar aun nombre y apellido de ese niño, preguntarse que habrá sido de su vida durante tantos años, pensar si el olvido esa historia, peguntarse si el siguió buscando de Dios como nos lo enseñaron cuando eramos niños y juntos asistíamos a esas clases. Es curioso recordar eso y además recordarlo como un sueño, ya que es algo que sabes que viviste pero que tienes vagos recuerdos, quizá por eso el recuerdo llega de maneras extrañas con los sabores en mi boca del barrilete. Quizá uno de los pocos dulces que me gustan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario