viernes, 8 de agosto de 2014

Amor que creemos merecer


Sí existiera una tienda en la que se regalara amor, ¿Cuánto de ese amor tomarías? ¿Un poco, una pizca? ¿O te desbordarías hasta quedar más que satisfecho? He escuchado muchas veces que algo en exceso no es bueno, creo que no aplica para el amor, o por lo menos para el verdadero amor, pienso que más bien hemos tenido tan grabado en nuestro cerebro ese concepto de "De eso tan bueno no dan tanto" que ha consumido nuestra capacidad de recibir más allá del amor que creemos merecer. 

Basta con ver el espejo retrovisor de nuestra vida y creer que sí hemos recibido buenas cosas no pueden venir más. He experimentado en carne propia de lo que hablo, he visto que otros también lo han vivido. He de hablar de los dos, no son personajes o gente específica que he observado o conocido. Creo que se trata de algo que nos envuelve sí no hemos trabajado nuestros más profundos temores e inseguridades. 

Hace un tiempo regale un par de cosas, quise entregar un poco de detalles, hace un tiempo me quisieron dar detalles, me quisieron llevar y traer, pero eso hizo que la gente se incomodara, que yo me incomodara, la pregunta empezó como sospecha, por qué alguien o muchos podrían entregarnos tanto, darnos tanto amor, por qué alguien se preocuparía por saber como estoy o preocuparse del como me siento, tanto amor pareciera abrumador. 

Descubrí en mi y en esos otros que veía, que era imposible que en nuestra mente estuviera el concepto de amor incondicional, ¿Cómo es posible que yo falle y me sigan amando? ¿Cómo es posible recibir tantos detalles sin dar nada a cambio? ¿Cómo es posible que no tenga que hacer nada para ser amado? 

Nos fallaron tanto, nos enseñamos a hacer grandes cosas o hacer buenas cosas para ser amados, que al final se creo un gran escenario donde sólo cabría el amor que creemos merecer, fue como una caja donde el límite era ella misma, donde más allá de eso no se podría recibir, fuimos tan marcados que nunca llegamos a creer que alguien nos amaría, que nadie daría un verdadero peso por nosotros y sí estábamos rodeados de gente que decía amarnos, nos decíamos que no debíamos creerles del todo, que en algún momento fallarían y todo se iría cuesta abajo.

Posiblemente era cierto, nos fallaban, entregábamos el corazón y decidíamos poner  armaduras en la siguiente amistad, en la siguiente hermandad, en el siguiente noviazgo, nos decíamos totalmente para qué sí la primera vez que entregué fui lastimado. 

La buena noticia es que tanto algunos de esos que he visto y yo, hemos encontrado amor que no tiene fin, aún es difícil asimilarlo, cuando recibimos ese amor por parte de muchos lo aceptamos pero cuando alguien se enfoca en uno de nuevo nos sentimos raros, y olvidamos que detrás de ellos muchos o de ese específico está el amor incondicional. 

Llegue a la conclusión que es difícil asumir más del amor que creemos merecer, que nos toca poco a poco beber de ese amor que es más allá de cualquier explicación y que sí se recibe por medio de muchos o alguien en específico sólo debemos recibirlo, ser agradecidos, disfrutarlo y sobre todo valorarlo. Ese amor de esa magnitud sólo lo encontré en Dios y ahora le permito amarme, a través de miles de detalles, a través de gente y a través de gente específica. Ya no busco el amor que creo merecer porque la verdad es que no merecía ser amada y cuando uno entiende eso deja de aceptar las migajas que uno cree merecer y se lanza a disfrutar del amor que no tiene fin y que cambia la vida para siempre. 

miércoles, 6 de agosto de 2014

Encasillados

Sí algo me molesta es que te etiqueten, que te generalicen o que te encasillen en algún tipo de palabra, es como sí uno fuera sólo una cosa, o que el determinante de tu comportamiento sólo fuera una sola situación, ese generalizar a las personas, "Todos los hombres son" "Todas las mujeres son",ese punto  de vista donde una cosa es sólo una cosa y no la suma, o el conjunto o el revuelto, de varías de ellas.

Me han tildado en muchas situaciones de muchas cosas, por ejemplo de que mi temperamento es melancólico porque me gusta ser disciplinada, tendrían que ver el desorden en mi habitación cuando llego a casa cansada, o lo que me ha costado llegar a algo de disciplina, tendrían que ver como me ha costado despertarme en las mañanas desde que recuerdo. Otras veces me han tildado de una mujer tenaz porque me gusta ir al estadio y disfrutar un partido de millonarios, por un lado creen que se mucho de fútbol y otros piensan que esta mal, yo sólo pienso que soy aficionada y que me gusta gritar de vez en cuando cuando veo jugar a Millonarios, o a Colombia, o cuando veo los olímpicos o en su mayoría cualquier deporte porque eso es lo que en verdad me gusta. Gritar, por supuesto je!

Otras veces me han dicho que sí estudie política o psicología, la sorpresa es cuando una dice que bacteriología, y otros tantos ejemplos de etiquetas. Lo malo no son las etiquetas que me ponen lo malo es cuando las quiero poner, cuando quiero generalizar u olvidar que la gente si puede cambiar, o querer generalizar las personas o aún las cosas, a veces caigo en ese error, y me acuerdo que a veces lo que uno más uno odia quiere ser parte de uno.

Lo encantador es darse cuenta que cuando esas cosas van a pasar, es decir que empieza uno a mirar a las personas con cara de hum tu eres tal o tal cosa, llegan cosas que te vuelven a hacer caer en cuenta que lo verdaderamente maravilloso es que no existe una huella igual en el mundo y que sí bien existen referentes, o diferentes formas de definir a las personas, lo maravilloso es que somos tan infinitamente diferentes al otro que se puede construir desde esa diferencia donde se ve al otro no con el filtro del ojo propio sino a través de la verdad del diseño de cada persona.

El hecho es que este texto es para no olvidar que las etiquetas sean buenas la malas no las debo poner, ni debo dejar que estas me desinflen o me inflen sino que debo ir cada día a ser redefinida y redefinir a otros con el concepto del diseñador de este gran cuadro, Dios.