El tema es que así sentía el lugar a causa de la cucaracha, y por haber estudiado bacteriología, me fijo en cosas que otros pasan por alto, como las fisuras en los baños, la suciedad que no es limpiada en las tinas y así.
Trate de evitar pensar al máximo en esas cosas porque además tiendo a obsesionarme pero quería mantener la calma, ya que mi acompañante de viaje es un poco más asquienta que yo, y si dos estábamos en el mismo plan de ver las cosas cochinas no íbamos a disfrutar el tiempo de descanso, aunque todo olía a humedad, las cobijas olían mal y así.
Por eso al llegar a casa lo disfrute mucho, mi casa suele mantenerse limpia, porque así la quiero mantener, hay días que me cuesta hacer aseo porque estoy cansada, o llego muy tarde, pero no puedo vivir en medio del mugre, ya que como saben pueden llegar bichos desagradables en un lugar así, como la vez de el ratón, escrito en otra entrada.
Sin embargo, estos días estaba limpiando la casa y recordé esos episodios del viaje y llegue a la conclusión que la vida se trata de ordenar, de limpiar, más que de planes y risas. La gente desmerita quien ordena una casa, pero no hay nada más delicioso que llegar a un lugar limpio y que huela bien. Yo que vivo sola no armo tanto desorden y aún así la casa se llena de polvo, de contaminación.
Por eso pensé en mi casa, y me refiero a mi vida, y a las demás casas las vidas de aquellos que puedan llegar a leer este blog, y pensé en que nuestra propia vida también se trata de estar sacando la suciedad, en mi caso el perdonar a otros, yo pensaba que perdonaba fácil, pero por estos días cometí un error en mi trabajo y no sé cuánto me va a costar y me costo perdonarme, me costo perdonar a otros pero mientras lleve esa carga de rabia y mal genio en contra propia y de otros sentí como mi vida, mi casa se llenó de suciedad y yo no quiero ver el mismo cuadro que viví en el viaje, quiero tener una vida que huela bien y no a podredumbre.
De la misma manera mi trabajo me ha mostrado como la gente valora más las cosas que las personas, a veces hay telas que por uso se dañan y las personas me han tratado como si fuera lo peor por ello, y aunque trato de conciliar algunos hasta me han intentado pegar, esas cosas me han hecho pensar en cuál es el valor que tienen las cosas para uno y cuánto desmeritamos a las personas.
Y así con mínimas cosas, he vuelto a pensar que solo cada uno es responsable de mantener su casa limpia, sin polvo, sin bichos, sin microorganismos, que puedan afectar nuestra calidad de vida y salud, pero así mismo es en la vida, somos responsables de cómo queremos que huela la misma, por mi parte he decidido estar más atenta para que así no entren cosas que al final sin darme cuenta y poco a poco hicieran de mi vida oscuridad y no luz.
Sin embargo, estos días estaba limpiando la casa y recordé esos episodios del viaje y llegue a la conclusión que la vida se trata de ordenar, de limpiar, más que de planes y risas. La gente desmerita quien ordena una casa, pero no hay nada más delicioso que llegar a un lugar limpio y que huela bien. Yo que vivo sola no armo tanto desorden y aún así la casa se llena de polvo, de contaminación.
Por eso pensé en mi casa, y me refiero a mi vida, y a las demás casas las vidas de aquellos que puedan llegar a leer este blog, y pensé en que nuestra propia vida también se trata de estar sacando la suciedad, en mi caso el perdonar a otros, yo pensaba que perdonaba fácil, pero por estos días cometí un error en mi trabajo y no sé cuánto me va a costar y me costo perdonarme, me costo perdonar a otros pero mientras lleve esa carga de rabia y mal genio en contra propia y de otros sentí como mi vida, mi casa se llenó de suciedad y yo no quiero ver el mismo cuadro que viví en el viaje, quiero tener una vida que huela bien y no a podredumbre.
De la misma manera mi trabajo me ha mostrado como la gente valora más las cosas que las personas, a veces hay telas que por uso se dañan y las personas me han tratado como si fuera lo peor por ello, y aunque trato de conciliar algunos hasta me han intentado pegar, esas cosas me han hecho pensar en cuál es el valor que tienen las cosas para uno y cuánto desmeritamos a las personas.
Y así con mínimas cosas, he vuelto a pensar que solo cada uno es responsable de mantener su casa limpia, sin polvo, sin bichos, sin microorganismos, que puedan afectar nuestra calidad de vida y salud, pero así mismo es en la vida, somos responsables de cómo queremos que huela la misma, por mi parte he decidido estar más atenta para que así no entren cosas que al final sin darme cuenta y poco a poco hicieran de mi vida oscuridad y no luz.
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