sábado, 14 de junio de 2014

Sin límites para soñar

Muchas veces había creído que las promesas que uno leía en la Biblia eran para otros, para gente que había nacido en grandes hogares de cristianos, para pastores, para los hijos de ellos, para gente elegida, es decir que yo no era una de ellas, leía cosas como: "Tengo planes de bienestar y no de calamidad" y me decía que eso era para otros, para gente más preparada, con más estudios, para gente más inteligente. También llegue a creer que gente había nacido con estrella aunque no fueran cristianos, gente que sabía hacer las cosas o gente que había nacido en familias mejores que la mía, gente con familias estables como dos amigas del colegio, que ellos tendrían más oportunidad de ser felices, de cumplir sus sueños. 

También llegue a un punto donde no sólo se trataba que otros tuvieran muchas cosas o más oportunidades sino que sólo recibiría un amor que creía merecer pero que más allá de eso no podría, más o menos como sí llegará un punto donde se acabará el bono de buenas cosas o buenas bendiciones a disfrutar, porque eso de de tener bendiciones ilimitadas no se podría, de ese dicho colombiano "De eso tan bueno no dan tanto".

Pero la verdad vivía triste y amargada, conmigo misma, con mi situación, con otros y con Dios, creía que todo lo que pasaba a mi alrededor era malo o que llegaría a serlo, la nube de lluvia estaba sobre mi pero nunca alumbraría el sol. Así pensaba, y debo escribir que no es sencillo reconocerlo, pero desde hace unos años, empece a notar que debía mirar al cielo con los pies en la tierra, y que sólo habría una manera de vivirlo, puesta la mirada en la cruz o como lo leía "Puestos los ojos en Jesús". Decidí abrirle todo el corazón a Dios como lo escribí en la última entrada, y desde ese momento todo cambio.

Empece a ver que no se trata de que las promesas fueran diseñadas para unas personas y para otras no, sino que fueron escritas para mi y que debía tomarlas, que no merezco nada pero me estaban dando un regalo que venía con más regalos incluidos, que no se trata del amor que creo que merezco sino del amor incondicional del Padre, que se trata de dejarse guiar por Dios y disfrutar la vida, de perdonar, de romper las cadenas, y dejar que sea Dios quien nos guíe, hace poco adquirió verdadero significado leer "Encomienda a Dios tu camino, espera en él y él hará" porque de eso se trata de caminar con él y esperar a que él nos guíe y movernos cuando nos lo pide, de meterse al agua cuando nos ha pedido que lo hagamos y saltar esperando que no nos soltara.

Hoy escribo todo esto sinceramente desde un lugar que nunca espere conocer, creía que era loco hacerlo, estar aquí, porque pensé que nunca dejaría de sólo ir a un lugar que frecuentábamos, pero empece a pedirle a Dios cosas específicas y él rompió esquemas y límites en mis sueños. Al principio deje sólo de ir a un pueblo, para conocer Melgar, nunca ni lo había visto pero la gente iba, luego pedí a Dios que me dejar salir de Bogotá a otras ciudades, conocí Medellín, Cartagena, Santa Martha, fui a San Andrés, conocí la playa mucho más y así empece a viajar, luego quería salir del país y así Dios lo permitió, como lo habrán leído en antiguas entradas, pero hoy estoy más lejos de lo que imagine estar, además voy a conocer un lugar que sólo he visto en mapas y anhelaba conocer, ese es el Dios en el que creo, que me guía y que me amo tanto que aunque dejara de darme cosas, me dio la libertad y salvación y por eso estoy completa y feliz.

Dios quita los topes en nuestra mente y luego en lo real nos muestra más de lo que soñamos. No lo merezco pero disfruto cada cosa. Pequeña o grande. Nos vemos en otra nueva cursilería.


He aquí con cara de felicidad, porque Londres despeina y Dios sorprende.
 





lunes, 2 de junio de 2014

Manos, Fuego y Alfarero.



Después de escuchar esta canción y darme unos minutos para revisar el álbum de fotos que tengo de toda mi vida, no pude evitar venir de nuevo a un blog que tristemente tengo bastante abandonado, para contar un poco de la historia mía. De lo bueno que Dios ha sido conmigo y de como me ha cambiado en estos últimos años. Conocí a Dios desde muy pequeña, porque mamá me llevo a una iglesia, recuerdo las llamadas escuelas de niños y lo mucho que me gustaba escuchar las historias de la biblia, solía coleccionar unas cartillas de dibujos de estas historias, pero en definitiva la que más me gustaba era aquella que hablaba del gran rey David que una vez que fallo se arrepintió y decido cambiar su rumbo, posiblemente hasta el día de hoy sea de mis historias favoritas ya que siento que mi historia ha sido algo así.

Aunque sabia de Dios y había estado en lugares donde lo conocían, nunca había hablado con Dios acerca de mis dolores profundos, de aquellas cosas que me hicieron daño en la niñez, y mucho menos de las confusiones o la soledad absurda que tenia, solía imaginar cuando pequeña que podría llegar a ser una super héroe y que por eso quizás vivía aquellos momentos oscuros. Tuve momentos duros, y aun cuando paso mis manos por esas fotos antiguas recuerdo como se sentía tanto dolor y tristeza en mi corazón, recuerdo querer contárselo a alguien pero nunca hacerlo, porque a veces solemos ensimismarnos tanto que creamos una barrera que no permitimos que Dios cruce.

Hace tiempo quería dejar todo atrás, tenia ganas de salir corriendo de la ciudad, inventarme un nuevo nombre y apellidos, vivir fuera donde nadie me hubiese visto antes, pero al contrario de eso decidí, dejar de verdad entrar a Jesús en mi vida, le abrí mi corazón, y cada área de mi vida, me dolió al principio, llore pero fui sanada. Escribo esto porque ahora mi rostro se ve distinto, porque nunca imagine ver lugares que ahora voy a conocer, o que alguien alguna vez me dijera "¿Que haces para estar todo el tiempo feliz, tan sonriente?". Nunca me imagine que pudiera cambiar mi vida y a la hora del te, nunca la cambie yo, fue Dios quien ha hecho cambios impresionantes, y lo mejor de todo es que al fin he entendido que es manos, fuego y alfarero, porque no se trata de las cosas buenas malas o buenas que hiciera, sino del amor incondicional con el que fui amada en la cruz, por Jesús quien es mi salvador y quien me rescato. He sido salvada de una vida vacía, llena de soledad, de tristeza, de despertarme cada mañana pensndo en que nunca debi nacer y que ahora estaba obligada a vivir, fui rescatada del desamor, del rechazo, de no saber que hacer, del no poder tan si quiera soñar, de estar anhelando morir.

Ahora y después de que alguien me dijera eso, solo pude decir gracias Dios por cambiar mi vida, por darme rumbo y por ser quien me moldea como barro en manos de un alfarero.




Alfarero

Vivir con dolor es una cosa muy fuerte. Escribo esto mientras me pasan electricidad en uno de mis pies. Aquí estoy en rehabilitación tratand...