domingo, 22 de julio de 2012

Guatavita famille

Hace mucho no viajaba, o salía de Bogotá, muchas cosas o compromisos me habían mantenido dentro de la ciudad, pero los mejores planes suelen decir algunos son los que salen de un momento para otro, no creo mucho en eso, más bien creo que los planes se dan cuando se deben dar. Así que ahí estaba yo, charlándome con dos amigos, desde hace un tiempo sobre viajar a Guatavita, lugar que es de gran importancia para uno de estos amigos. Hace unos años conocí Guatavita, los bastantes como para no recordar muy bien sus calles, o la laguna o mucho menos la historia, que con el paso del tiempo uno solo recuerda en realidad lo que fue importante en su momento, para mí, un viaje de colegio donde la rectora se cayó, y muchos rieron, pero donde ella mostro la mujer fuerte que siempre ha sido, lo que yo recuerdo mas allá de eso es el sabor de jugo de maracuyá de alpina y la amistad que había formado con una profesora de sociales de esa época. De resto no recuerdo mas, así que cuando me comentaron el plan de volver a aquel lugar no dude en decir que si y sacar el tiempo para hacerlo.



Lo curioso de este viaje fue leer un blog antes de hacerlo, ya que en ese blog se habla de una mujer con la que compartí en ese viaje, es interesante ver como todas esas teorías de que estamos unidos se dan en momentos como ese, compartí con esa mujer, con su futuro esposo, sus amigos, todos ellos amigos, amigos de una amiga. Este dato simplemente porque no podía dejar de lado algo tan interesante para mí como el haber leído ese blog y luego saber de qué persona exactamente se hablaba.

Pero regresando al tema, iniciamos este viaje a Guatavita con el propósito de conocer, viajar compartir, pero en mi dejo algo más por eso había que plasmarlo en un lugar, donde las palabras vinieran con sensaciones, más allá de las imágenes, que producen las fotos que publique. Nos fuimos en bus y en Alambris por la vía la Calera, en Alambris íbamos mis dos amigos, la mujer que nombre y una amiga de ella, empezamos a hablar de todo un poco, yo, escuchaba con atención, entre muchas razones me gusta oír antes de saber que voy a empezar a preguntar, pues los que me conocen saben que siempre ando preguntando cosas, así que empezamos a hablar de cómo es Paris pero en especial como es el trabajo allá con los jóvenes, cuales son las necesidades de las personas y como logra entrar Jesús a la vida de ellos cuando en ese país no existe una educación sobre Dios o no existe la religión católica marcada como común denominador en ese lugar, como sucede aquí, como se logra llegar al corazón de alguien cuando lo “tienen todo” y en realidad podría decirse que ellos no necesitarían nada de Dios. Las respuestas me impactaron, porque hablaron del amor, sí, del amor, del amor que la gente busca, ya que allí los jóvenes no crecen con sus padres, y aunque mantienen vidas llenas de cosas, lujos o aun muchos amigos, en su interior hay algo más que falta, y ese es Dios, y su amor, nos hablaron de cómo comparten y como llegan personas a Dios aun sin nunca por lo menos haber escuchado su nombre. A mi estas cosas me impresionan porque es Dios quien lo llena todo en todo y escuchar eso para mí son buenas noticias.

Siempre he creído que la sangre de Jesús nos hace hijos, y si somos hijos, somos hermanos, pues esa sangre nos rodea y nos hace un solo cuerpo, en este viaje puede notar que si es verdad, yo no conocía a ninguno de ellos, que viven en Paris, que tenían diferentes nacionalidades, que tienen distintos idiomas, pero que todos tenemos lo mismo el amor de Dios que nos lleno, me impacto este viaje porque pude ver muchas cosas en las que creo, porque no se trata de un cuento de hadas súper bonito y pintado a las mil maravillas, o súper rosado, sino que va mas allá. Se trata de valientes que arrebatan y del reino de los cielos que avanza contra viento y marea.

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