domingo, 28 de octubre de 2018

Condiciones desfavorables

Amo los cumpleaños, los propios y los de otros, me gusta celebrar la vida, el maravilloso regalo de vivir, es la fecha más importante para mí, por eso me gusta hacer algo diferente, sea ir a comer a un lindo lugar que no conozco o romper completamente la rutina, pero a veces por las ocupaciones no puede uno celebrar ese día, por eso para romper con todo, los dos últimos años me he ido de la ciudad para conocer nuevos lugares y tener nuevas aventuras.

Esta vez quise cumplir un sueño, de esos sueños donde he dicho “quiero hacerlo”, pero pensaba que no era posible, hasta escuchar a papá Dios decirme: “sueña conmigo” Entonces lo tome de la mano y así fue después de mucho planear, trabajar, ahorrar, hacer muchos cálculos, y sobre todo orar y pedirle a Dios que por favor lo hiciéramos juntos logre viajar a Perú.

El día de mi cumpleaños 31 iba a estar conociendo Machu Picchu, sin embargo, no fue tan chévere, llovía, estaba con neblina, y realmente no se veía nada, pensé que había perdido el viaje y sobre todo mi expectativa de pasarla rico y feliz que desde mi punto de vista es estar caliente y que todo el plan salga como lo había cuadrado por primera vez.

Y no fue así, no había nada que ver literalmente, ni la gente que iba al frente mío se veía, solo había una espesa nube blanca al rededor, y ahí fue donde me senté en el pasto esperando que un milagro pasara, hice algunos chistes en medio de todo y hacía reír a la gente que no conocía y a la guía turística que nos acompañaba, pero en el fondo ya empezaba a impacientarme, a llenarme de frustración.

Después de un tiempo de espera y de pensar que todo iba a mejorar con el paso de las horas y el clima iba a ser satisfactorio nada pasó, o más bien todo empeoró, llovía más y más fuerte, recordé las múltiples oraciones que había hecho el día anterior diciéndole a Dios: “por fa que no llueva, que las condiciones sean favorables” y en el fondo solo escuchaba silencio como sí mi oración no fuera a ser respondida.

Allá en medio de ese clima que no me gusta, lluvia, visión blanca, gente desconocida, nadie que animará, en silencio, zapatos y medias mojadas, con hambre y sueño por estar madrugando y trasnochando, que es lo usual en este tipo de viajes, cansada de esperar, decidí caminar por un sendero de una hora que fue fuerte y no podía ver nada, caminé y caminé y también oraba, le decía a Dios, cuánto odiaba que en un cumpleaños lloviera (qué es lo que casi siempre pasa) que habíamos planeado este viaje juntos, que había soñado con otro panorama, que quería una foto para gomelear en las redes sociales (sí ríanse), que me iba a ir muy frustrada y de fondo solo oía silencio.

Comprendí que Dios estaba ahí callado escuchando el clamor no solo de mi boca sino de mi corazón, pero también entendí que sí me fuera sin hacer lo que había planeado hacer, Dios no me había dejado de amar, Dios no había dejado de escuchar mis oraciones, él seguía ahí, tan firme a mi lado como siempre lo ha hecho, y recordé su amor, su última gota de sangre derramada en la cruz por mi, y di gracias por estar viva 31 años, por haber sido salvada de tantas cosas malas y de tener el privilegio de llevar a otros a ese precioso amor, recordé que he sido llamada a darle esperanza a aquellos que están realmente solos y nunca se han sentido amados.

Así que al llegar de nuevo a la zona típica de ver Machu Picchu, por última vez mire al cielo con un poco, muy poco de fe, porque seguía lloviendo con fuerza y todo era simplemente imposible, y dije: “aún me queda algo de fe”, fui al punto de las fotos y ahí estaba yo, cubierta de lluvia, y empezó a ocurrir el milagro, un fuerte viento paso por mí y todos los turistas que estaban allí, y empezó a despejarse la vista, rápidamente dejo de llover y la neblina que había sido mi enemiga durante todo este viaje empezó a desparecer, y ahí se dio pude ver el paisaje y una maravilla del mundo ahí justo frente a mí.

Tome muchas fotos en mi afán de recordar aquel momento, no por la vista o por el paisaje o por la historia que significa el lugar sino porque ahí estaba una vez más yo cumpliendo un año más de vida, y sabiendo que mi lección más importante para este nuevo año que inició es que aunque las cosas no pases como las planeó Dios mismo meter su mano en mi vida y lo hará otra vez, cumplirá él estar ahí una vez más solo para mí.




Alfarero

Vivir con dolor es una cosa muy fuerte. Escribo esto mientras me pasan electricidad en uno de mis pies. Aquí estoy en rehabilitación tratand...