miércoles, 10 de julio de 2024

Alfarero

Vivir con dolor es una cosa muy fuerte. Escribo esto mientras me pasan electricidad en uno de mis pies. Aquí estoy en rehabilitación tratando de vivir sin dolor sino con sanidad completa. Tristemente hay dolores que no se pueden tratar a menos que Dios obre los milagros que Él sabe hacer.

A veces pensamos que el dolor emocional es parecido, que no hay forma de quitarlo, arrancarlo, y por fin abandonarlo. Personalmente he descubierto que sí se puede vivir sin dolor emocional, en el sentido de la sanidad de la herida y no en el sentido de que nunca vayamos a volver a ser lastimados.

Por estos días pensaba mucho en esta historia maravillosa que está en Jeremías.

“Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.” Jeremías 18:2-6.

Y pensé mucho en esto porque de repente me encontré en una situación parecida si pudiera decir. Es como si Dios supiera que era tiempo de hablarme acerca de heridas del pasado. Entonces me llevo a su casa una vez más, a la casa del alfarero, y allí comenzó a hablarme de múltiples situaciones que había vivido, yo había intentado simplemente dejar que eso cicatrizara y seguir adelante así sin ningún proceso de limpieza y recuperación, porque hay cicatrices que han sanado con el proceso adecuado y otras que aún duelen por falta de tratamiento.

Y allí me encontraba yo, con un dolor de la boca al estómago que no lograba identificar, me pregunté ¿Qué había hecho antes para evitarlo? ¿Qué hacer para pasar la página? Intente hacer las cosas del pasado, distracción en muchas formas “sanas” sin embargo la voz suave de Dios me indicó que quería varios días para tratar con mi alma, con mi corazón, con estas heridas, en contra de Él y de otros.

Fueron días bastante difíciles, de llorar, llorar y llorar mucho. De pensar cómo cuando me hacen el masaje en el pie, por favor no más, pero recordar lo que dice Joyce Meyer: Es mejor el dolor de pasar por la sanidad que el dolor de vivir en ella.

Así que aunque quise huir mucho, le dije a Dios que está bien que estaba en sus manos así como la vasija rota en las manos del alfarero.

Hablamos horas, caminamos horas, lloramos horas, fui vulnerable con Dios por muchos días, cada recuerdo fue sacado, fue entregado a Él, no había nada de superficialidad en los temas hablados.

Fue una cirugía a corazón abierto, solo que no había anestesia, porque no había un medicamento para tomar para este dolor.

Descubrimos heridas que ni recordaba y también como eso me ha afectado en mi forma de relacionarme, descubrí porque digo ciertas frases o las veces que hago tremendo drama de ciertas situaciones.

Sin embargo el dulce Espíritu Santo estuvo ahí para darme consuelo, para abrazarme y decirme que Él sabía lo que dolía pero que mirara hacia la cruz donde aún esas heridas fueron llevadas. Y entonces el iba a restaurar, y así lo ha hecho.

La vergüenza quería tomar el control, también la culpabilidad por tantos errores cometidos, y sin embargo la cruz y su sangre seguían siendo suficientes para cubrirme.

Fueron y han sido días muy fuertes, de mucha libertad, porque también había que ser consciente que de todo esto el maligno se quería aprovechar. Pero aún en la cruz fue humillado públicamente. Fue derrotado.

Sigo en el camino de aprender del que creó las relaciones, del que me amo tanto y me acepto tanto, que sabe que soy barro, que soy una vasija rota en sus manos, y que su deseo es sanarme para seguir haciendo su obra en mi.

Yo le dije que era más fácil volver a aislarse o no luchar por las relaciones y Él me mostró la imagen de Jesús buscando a Pedro, haciéndole pescado y diciéndole ¿me amas? ¿Me quieres? Y esa imagen me trasformó, nuestro Jesús no nos necesita, y sin embargo nos busca y desea que nos relacionemos así con los otros, que los amemos tal cual nos ama Él, no menos, no más, solo como Él lo hace, fiel, leal, incondicional.

No sé que viene hacia el futuro sólo sé que ha sido un tiempo profundo en el cual estoy creciendo y que espero seguir creciendo en especial con personas que Dios nos deja amar profundamente.

Obvio es más fácil vivir solos pero fuimos creados para conexión profunda con Él y con otros, espero los otros también me permitan estar ahí para seguir yendo al alfarero y un día reírnos de lo duro que fue pero lo sanador que también lo es.

Cómo me dijo alguien a quien considero un tesoro y quien espero me deje seguir construyendo: “Si queremos llegar rápido estar solos, pero si queremos llegar más lejos estar acompañados” o como lo diría la biblia "Mejor son dos que uno" que aplica para todas las relaciones y no solo el matrimonio.

Y por último me queda decir que al gran alfarero no se le va ningún dolor emocional de las manos y Él es suficiente medicina para nuestra alma, y nos ayudará en cada parte del proceso.



jueves, 28 de abril de 2022

Viviendo el milagro

 Se acerca el primer año de haber sufrido un accidente grave en bici, grave porque pude llegar a perder la vida, sin embrago, hoy casi un año después estoy viviendo el milagro. 

Sin lugar a dudas, no ha sido un tiempo fácil, aunque muchos me ven sonreír sin dientes, he pasado varios días al espejo, después de la caída, limpiando las heridas, orando porque no se caigan más dientes, llorando al cepillarme cada vez que tengo un control médico, comiendo con pitillo cuando la boca vuelve y se inflama, tapando eventualmente mi boca cuando me rio, porque siento que la gente me mira el hueco entre los dientes.

Trato de ser normal, de hacer como que nada pasa, pero a veces reviso las fotografías, y me da un poco de tristeza no tener los dientes, todo nace porque por muchos años no sonreí, los vacíos profundos, el abuso, la ruptura del matrimonio de mis padres, las relaciones quebradas familiares, el enojo guardado, las heridas sin sanar, el conocer a Dios y sentir que no hacia nada por mi, los deseos de morir, y llorar pidiendo morir, entre tantas cosas, hacían que no sonriera. 

La adolescencia, siendo juzgada por no ser como otras niñas, no tener novios para guardarme para un matrimonio, el ser juzgada por creer en un Dios que mis compañeros de colegio criticaban y adicional tener dientes grandes, sí grandes, porque para mi pequeño rostro de adolescente esos dientes eran inmensos. 

Entonces Dios me encontró y él empezó a sanarme las heridas del corazón, y empecé a sonreír con esos dientes grandes que ya no se veían así porque había crecido y ya se moldeaban a mi rostro que ya no era de niña sino de adulta. 

Sonreí a medida que Dios sanaba las heridas y esos cuadros oscuros y dolorosos mencionados anteriormente, ya me reía a carcajadas y comencé a mostrar mis dientes en las fotos, sí, antes no lo hacia, no tenia motivos para hacerlo, pero ahora encontrándome con la mirada de Dios podía sonreír. 

La gente me lo hizo notar, me decían que yo era muy alegre, que contaba buenos chistes, que me veía feliz y entonces me di cuenta que Dios me había cumplido lo que había escuchado de niña, que mi boca se llenaría de risa y mi lengua de alabanza, por fin tenia razones para vivir. 

Por eso perder mis dientes, no fue fácil, me he repetido una y otra vez, que tal vez se me quería quitar la sonrisa pero nunca la alegría de vivir, sin embargo, el dolor quiere meter todas esas promesas y esos regalos de sanidad y de vida en un cajón y olvidarlos por completo. 

Es ahí donde recuerdo que estoy viviendo un milagro y que lo que se me fue arrebatado, sea aquí o en el cielo me será recompensado, llegara el día donde no habrá más llanto, ni dolor,  por eso seguiré viviendo el milagro, que aunque nadie entiende lo que para mi significo perder una parte importante de mi cuerpo, recordare que esto me ha llevado a conocer partes de Dios que desconocía, y saber que en su cuerpo perdió partes para darlas por la mía. 

Qué mayor milagro que su cruz y su resurrección, su muerte para darme vida. 

Primera foto en la que sonreí de nuevo después del accidente


lunes, 17 de mayo de 2021

El club de la pelea

 Alguna vez vi una película titulada con el nombre que decidí darle a esta entrada, creo que no la volvería a ver, y la verdad no recuerdo mucho la trama, solo recuerdo el trauma, habían tantos golpes que los hombres terminaban con el rostro y el cuerpo hecho trizas. Así como resulto mi rostro y mi cuerpo luego de una salida a montar bici como un día normal que solía hacer ejercicio en domingo. 

Antes de que quien lea este texto lo continúe leyendo tiene que saber que todo esto por más loco, absurdo, o fuera de los cabales por efecto de la anestesia, que les pueda parecer, fue real, así lo viví, y fue aterrador y a la vez maravilloso. 

Salí un domingo a montar bici, revise la bici sin ningún inconveniente más que algo baja de aire, le puse aire y empecé mi camino a hacer tal vez según yo unos 30 o 40 km, al estar en el recorrido la llanta de adelante salió a volar, eso lo supe después, lo que recuerdo es estar escuchando una canción, y que todo paso en segundos, estaba en el suelo, con dolor en mi rostro, con sangre por donde mirara.

Se me acerco un señor, yo creo que fue Dios enviándome un Ángel, recuerdo que me dijo: "tranquila tu estas bien, a la bici se le salió la llanta de adelante", él le puso la llanta a la bici y no supe más de él. Varias personas comenzaron a acercarse, todo era borroso como lo que se vive dentro de un sueño, solo escuchaba sus voces, la gente me preguntaba que si me había estrellado con alguien o algo por el estilo, claro, la bici ya había sido acomodada, así que estaba muy confuso todo. 

Logre comunicarme con mamá sin poder hablar, alguien tomo mi celular y le conto lo que estaba sucediendo, este texto se llama el club de la pelea por la forma en que me vi ese día pero también porque creo que en ese mismo instante se inicio una pelea por mi vida. 

No me rompí la cabeza, ni me desnuque, lo cual ya era un milagro, es como si esas partes hubieran sido guardadas, estando en el suelo, llena de sangre y de dolor tan solo pude empezar a orar en mi mente, pidiéndole a Dios que me ayudara, pues este dolor físico es quizás el más difícil que he experimentado.

Solo tenia oración en mi cabeza, dolor en todo mi cuerpo, en especial mi rostro, y una canción que resonaba en mi mente, "todo lo que viene del enemigo lo trasformas para bien", desde allí comprendí que ese momento había sido algo muy difícil, pude enviar un mensaje para pedir oración y creo que fue tan importante contar con quien levanto al cielo un clamor por mi, porque mi dolor era absurdo, pero lo que experimentaba, y el saber que habían personas peleando por mi en oración me hicieron soportar aquel momento. 

Camino a urgencias, solo podía pensar en un texto que encuentro en la biblia: "A los que aman a Dios Todas las cosas ayudan a bien", ¿Cómo podría tener eso en mi mente en un momento tan difícil?, sentía los dientes del frente tanto de arriba como abajo, totalmente desplazados, y solo podía pensar en la cruz, ¿Cómo Jesús pudo experimentar tanto dolor? por eso lo llaman, varón de dolores, a eso me aferre, a pensar en él, en que él me entendía y podría ayudarme a vivir tan trágico momento para mi. 

Pensé mucho en él en mi camino a urgencias, en la sala de espera, en donde todo él que se me acercaba me miraba con pánico en los ojos, ¿Cómo se estaría viendo mi rostro para que tantas expresiones fueran de desagrado y asombro? ¿Cómo se vería el rostro de Jesús camino al Gólgota y clavado en la cruz? 

Fue un tiempo de mucho dolor, lo cual no lo voy a describir al detalle, lo que sí quiero compartir, es que el solo hecho de no haber muerto ese día, ya es un milagro, por un momento pensé que ese iba a ser mi ultimo día aquí, pero Dios una vez más como en el pasado, volvió a salvarme de la muerte, y hoy vivo para contar ese milagro. 

Como segundo milagro fue su compañía en cada momento, podrán llamarme loca pero así fue, lo sentí ahí, estando junto a mi cumpliendo su promesa que "aunque en el mundo tuviera aflicción confiara que el había vencido y había prometido estar todos los días hasta el fin".

Luego en la toma de radiografías algo maravilloso sucedió, se veía mi muñeca de la mano izquierda fracturada, y tenia dolor, los doctores estaban muy confundidos, porque una y otra vez me venia a preguntar, si alguna vez antes de esto yo había sido enyesada en esa muñeca o que si había sufrido una caída de hace años atrás, lo cual nunca ha pasado. 

Así que lo dejaron pasar un día y no podían creer que yo hubiese tenido un fractura que ya se veía sana, un medico hasta algo enojado me dijo: "es una caída que usted no recuerda", pero yo sabia que mi maestro de milagros, ya estaba obrando, él me sanó, hizo un milagro creativo en ese mismo instante, lamento que ese medico no me creyera, porque perdió la oportunidad de hablar de milagros que Dios hace aun hoy. 

Las noches que siguieron fueron completamente difíciles, me dolía todo y no lo calmaban los medicamentos, y sé que solo pude vivirlas, porque Jesús, estaba ahí, él me había dicho que bajo sus alas podía llorar y ser cobijada, así que lloraba y clamaba en mi mente y corazón, me consoló saber que Dios mismo se entrego por mi para que sí yo llegaba a pasar por algún dolor, él me podía entender y ayudar. 

Tengo una lista de música de alabanza y adoración en mi celular, eso fue lo que puse toda la noche del primer día de hospital y cada instante vivido allí, recuerdo entrar a cirugía con algo de inquietud, ¿Y sí este es mi ultimo día en la tierra? ¿Y si no puedo volver hablar? ¿Sí vivo podre seguir sirviéndole a Dios? ¿Podre seguir teniendo el privilegio de salvar vidas? pensé en lo que dejaría atrás, mi familia, mi familia dos, los amigos más cercanos, la iglesia, los discípulos, y solo le dije a Dios que hiciera su voluntad, que sí ese era mi ultimo día yo había vivido al máximo, y que estaría ya con él donde no hay muerte ni dolor.

Y al mismo tiempo sentí en mi corazón el amor que muchos me tienen y yo les tengo, y lo mucho que Dios aun tiene para mi, los planes que aun no he hecho aquí en la tierra, los sobrinos que no he conocido, la propia familia que tendré, las vidas que aun faltan por salvar. 

Solo pensaba en que cuando saliera de eso si Dios me dejaba seguiría amándolo a él y a los demás, nunca me había sentido tan vulnerable y me hubiese encantado poder decir muchos mas te quiero a los que quiero. Nunca me había sentido, tan cerca de la muerte como ese día y a la vez tan cerca de la eternidad. 

Muchos estaban orando por mi, es más tuve el privilegio de orar con mi segunda familia antes de entrar a cirugía, eso me dio paz, ellos oraban y yo solo escuchaba y asentía en mi corazón.

Salí muy rápido de cirugía, y al pasar el efecto de la anestesia, lo supe no tenia sonrisa, porque no habían dientes de arriba, pero tenia el gozo de saber que aun podía seguir amando a Dios aquí y a los demás, podía seguir sirviéndole a Dios, ahí pude hablar de nuevo y llore mucho no tanto de dolor sino de agradecimiento por tener más vida y poder hablar. 

Esa noche volví a orar con mi mamá y luego con mi segunda familia, ha sido de las oraciones más lindas, poder decir gracias Dios por salvarme fue precioso, pase una noche muy difícil, las horas fueron largas pero en mi mente seguía clavado el mensaje de que él seguía ahí, y que "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" 

Hoy ya estoy en casa, recuperándome, pensando en lo bueno y fiel que ha sido Dios, en que me esta diciendo que en esto seguiré viendo milagros, como los que le sucedieron a Moisés cuando Dios lo uso para abrir el mar rojo, me despierto a veces con tristeza, pero se va tan pronto me acerco a él, le escribo mis oraciones si me duele mucho la boca, o si puedo abrirla, soy sincera y le abro mi corazón. 

Muchos esperarían que en los momentos de dolor uno se derrumbara, o que preguntara ¿por qué a mi?, yo he decidido encontrar milagros, intimidad con Dios, escuchar su voz tierna y amorosa, sentir la cobertura de sus alas, conocerlo más profundo y salir de esto más tierna, más cariñosa, más agradecida, más noble, más compasiva, recordar que no sé que traerá el mañana pero sé que nunca se apaga su llama, que salga el sol por donde salga el me ama, como diría una de mis canciones favoritas. 

Hoy escribo esto por que estoy agradecida con Dios por estar viva, porque quiero recordarme que voy a estar bien, porque quiero animar a los que pasan por situaciones muy complejas, aun más que la mía, que Dios está y si él está estaremos bien porque él tiene cuidado de nosotros. 

También quiero agradecer a la familia de Dios, cada oración, cada palabra de animo, cada versículo que me da vida, cada detalle que me han dado, me han hecho saber que definitivamente si lleváramos a muchos a Jesús nuestro mundo seria otro y estableceríamos ese reino que él quiere, gracias a quien se tomo un instante para orar por mi, gracias a los que siguen pendientes de mi. 

Gracias a Dios que me ha dado un día nuevo y un nuevo respirar, seguimos peleando porque esta leve tribulación no es comparable con la recompensa de tenerlo a Él.  

Para finalizar, quiero decir, aférrate a Dios, a su amor que perdura para siempre, aférrate a su palabra, pues de lo que te alimentas en tu rutina, definirá en donde estarás el día oscuro, así que aférrate a él, pues el esta ahí a la puerta de tu vida, para ayudarte a pasar por valle de sombra de muerte, pero también a los buenos planes de bienestar que tiene para ti. 




miércoles, 21 de abril de 2021

¡Ay como me duele!

Recientemente vi el capítulo de una serie médica, donde mostraban a una persona sorda, que había tomado la decisión de hacerse una cirugía para poder oír por primera vez, después de la cirugía ella no se sentía ella misma. 

Había mucho ruido, y había dejado de valorar a su mejor amiga ya que percibía  tanto ruido alrededor que sentía que en realidad ya no la escuchaba. 


Me llamo mucho la atención esa historia en su momento pero recientemente la pienso aún más, debido a que mis oídos no han estado pasando por un buen momento, piel muerta ha generado taponamiento en los mismos, y han generado inflamación de tal forma que en este momento en el que estoy escribiendo este texto, no escucho de la mejor manera. ¡Ay como me duele!, como dice una canción bastante popular de la cantante Selena, y quien ha experimentado un dolor de oído sabe lo que eso significa.


Esa historia de la serie frente a esta historia que sigo viviendo, me han hecho reflexionar sobre la manera en las que escuchamos. Y ambas historias se conectan con el ruido, a veces tenemos tanto ruido en nuestra vida que no escuchamos lo que nos está pasando. 


Dios quien siempre está interesado en hablarnos, lo suele hacer de formas sencillas, tan sencillas que las podemos perder de oído, por tener ruido en nuestra mente y corazón. A veces nos susurra con el viento, que refresca en un día caluroso, a veces nos habla a través de canciones, o nos habla a través de situaciones, pero tal vez la forma más clara y sencilla es a través de sus propias notas, escritas a través de muchas personas compiladas en un solo libro, así es: la Biblia. 


Debido al dolor de oído que he tenido, tengo que hablar pidiendo que por favor me repitan lo que están diciendo, algunos se molestan y no me repiten lo que dijeron, he tenido que concentrarme mucho para escuchar lo que algunos me están diciendo, normalmente presto mucha atención a las palabras, a las expresiones y los tonos con los que alguien se expresa, pero debido a esta situación he tenido que ser más intencional al escuchar. 


He pensado en que no sabemos oír y que odiamos repetir porque esperamos ser oídos correctamente, también me ha llevado a pensar lo paciente que es Dios conmigo, cada vez que le digo: “sé que me amas pero podrías decírmelo más seguido”, tal vez me lo dice constantemente más de lo que he pensado pero mis oídos espirituales pueda ser que también estén tan resecos y tan llenos de piel muerta que no lo escucho, o pueda ser que me lleno de tanto ruido de las preocupaciones diarias que no logro escuchar sus mensajes de amor para mi. 


No sé cómo vamos escuchando por la vida, sin ser tan consientes de ello, un profesor de cultura ciudadana solía decir “oído” cada vez que iba a decir algo, recuerdo que junto a una amiga nos reíamos porque nos parecía muy cómico que en vez de decir atención o escuchen decía eso, aunque entendía que era la forma de romper la monotonía que no deja que prestemos atención a las instrucciones que se nos estaban dando. 


Y pienso mucho en eso porque debido a este dolor de oído que aún tengo, he orado mucho por sanidad, he ido al médico pero sobre todo me he quedado meditando en todas aquellas ocasiones donde los evangelios hablan de sordos que Dios sanaba, siempre me imaginaba esas historias distantes a mi, porque no había tenido la situación de esforzarme para oír, sin embargo hoy adquieren sentido esas lecturas que tal vez sentía ajenas a mi, para pedir por lo físico pero tal vez por lo espiritual porque siento que muchas veces esos oídos espirituales se han llenado de muerte y no han podido escuchar el amor tan claro que Dios me habla a diario. 


Creo que estas cosas a veces se nos permiten vivirlas para seguir haciendo altos en el camino y valorar lo que damos por sentado como un oído físico que nunca falla y también correr al maestro de milagros para ser sanados física y espiritualmente. Encontrar sanidad y poder escuchar lo que nos dice a diario sana nuestra vida, y al igual que la historia de la serie no quiero ruidos que no me dejen oír verdaderamente a mi mejor amigo a aquel que me ha amado con amor eterno. 






lunes, 5 de abril de 2021

Hace un año

Hace un año que no escribo en el blog, es increíble como pasan los días. No es que no tenga nuevas historias que contar, más bien es que fue un año bien difícil, y como es natural en la época del filtro de Instagram, nos gusta contar más lo sabroso que lo amargoso.

Quizás es por eso por lo que no he regresado al blog, pensé que no tenía algo bueno que decir, en medio de tantas lagrimas que derrame el año pasado, ¿Qué de bueno podría compartir? Y la respuesta es que sí había algo maravillosamente mágico que compartir, solo que en su momento no lo había logrado percibir.

Fue la mano de Dios, dice una canción de Thalles Roberto, fue la mano de Dios que estuvo conmigo, su rostro, su corazón, ahora que pienso en los días vividos de un año hasta aquí, fue su presencia la que me acompaño en cada paso.

Perdí una empresa por la cual luche muchos años, perdí la sensación de estabilidad económica, volví a la casa de los papás, deje de ir a mi lugar favorito en el mundo todo porque sus puertas aun no están abiertas, deje de pararme en la esquina de aquel lugar y de contemplar las multitudes alzar manos a los cielos, o caminar con por sus calles haciendo el bullicio clásico familiar o amistoso que se podía ver y escuchar.

Deje de colarme en reuniones porque si algo note es que estaba en muchos planes porque me vinculaban al verme sin plan, pero en lo virtual no fui invitada. Me encontré con bastantes días de ausencia de personas en mi vida, porque la cuarentena así lo propicio y como soy una ñoña desde 1987, he guardado las normas así me hagan burlas todo este tiempo.

Todo esto me llevo a ver milagros, como el que conté hace un año, milagros como el recibir un helado cuando ore "Papá sé que me amas, pero me gustaría poder hoy sentir ese amor a través de un regalo" y esa misma noche recibir en mi puerta un helado con un mensaje que había sido enviado por Papá.

He visto milagros al ser contratada mes a mes y tener provisión cada día, he visto milagros al poder abrazar a algunas personas, he visto milagros al ver que aun a través de las pantallas nada detiene el amor de Dios por sus hijos, he visto gente ser saciada en este tiempo, he podido ser voz de aliento para algunos que han tenido pérdidas dolorosas, y aun ahí he visto al consolador surrurar al oído que quien está con Dios nuca está solo, he podido ser parte de un proyecto en el cual nunca pensé estar.

He podido ver desde hace un año esta verdad: “Porque desea que comprendan que él es el Señor el Dios de ustedes, y que los ha estado cuidando y alimentando” Deuteronomio 29:6b

Hace un año que no escribo porque si vaciaba mi hace un año en letras habría un panorama corto de lo que veo hoy, y es que su fiel amor dura para siempre, y que pase lo que pase, aun el que cree en él aunque este muerto vivirá, así como aunque al finalizar el año pasado e inicio de este me sentía muerta en muchas áreas de mi vida, él volvió y dio vida a mis huesos, aliento de vida, porque en él siempre todo nuevo es.

domingo, 5 de abril de 2020

Milagro en la casa 89




Como esta tan de moda una película en Netflix, sobre un milagro en una celda, aquí mi propia historia, no estoy en una celda, pero sí en cuarentena como muchos de nosotros en el mundo, además aquí no encontraran contenido turco, simplemente palabras desde una casa, en un lugar de Bogotá. Palabras que pretenden llenar de esperanza a algunos, contarles a otros de un Dios real, y recordarme a mí misma los detalles que ese Dios milagroso hace.

Llevo viviendo varios años sola, y desde que tome esa decisión nunca me ha faltado nada, primer milagro para contar, vivir así y ser independiente, no es tan fácil como algunos piensan, no manejo mis horarios, ni mis tiempos, más bien me organizo lo mejor posible para poder hacer tantas cosas que quiero hacer y la disciplina no es sencilla, así que por este tiempo de cuarentena, las finanzas, las rutinas cambian para la mayoría de nosotros, para mí fue un cambio fuerte. Uno que solo podría vivir porque conozco a Dios, lo amo, es mi todo y la esperanza de mi vida.

Entonces al iniciar este tiempo, hice planes, cómo administrar lo poco recibido en el mes que toco parar, cómo administrar los ahorros y demás, sobre todo cómo lograr no entrar en crisis en medio de un mundo en crisis, y ahí estaba yo, con Dios en una tienda de barrio, buscando algunas frutas y verduras para tener por un tiempo en casa, cuánto tiempo, ninguno lo sabemos al momento, pero al ver los costos y los cálculos previos anteriormente, salí con un tomate y una cebolla para la casa, hablándole con un susurro a Dios que si nos tocaba vivir este tiempo sin eso, estaría bien.

Al estar esos días en casa y ver que quería cambiar los menús y no tener como hacerlo al momento, solo pensaba en que sí Dios no me ha dejado estos años no lo haría en este tiempo, pues él es el Dios del ayer y del hoy, como lo es del mañana, por eso más que nunca he buscado en la biblia palabras de ánimo y sobre todo tratar de oír su susurro, a veces lo siento en el canto de los pájaros. "Sí Dios cuida de ellos, y cantan cada mañana en mi ventana, cómo Dios no habría de cuidar de mí que soy su hija y su posesión más preciada" me decía a mí misma, mientras me recordaba alguna de sus promesas para mi vida.

Pero también sé de muchos que nunca han experimentado a Dios, no tienen promesas a las que aferrarse, algunos de ellos asisten a iglesias, otros han escuchado hablar de Jesús, lo han intentado encontrar, otros lo han negado, o han dicho que él no existe, también le escribo a ellos, ya que anoche vi la noticia de que murió un cantante español llamado Luis Eduardo Aute, y me recordó a alguien que aun quiero mucho, porque junto con ella solía escuchar un par de sus canciones, pensé y oré que aun ella y su familia en medio de este tiempo lograra encontrarse con Dios, él no ha dejado de buscarlos.

Y por eso narro esta historia porque tengo el enorme privilegio de conocer a Dios, de hacer de él mi refugio, y aunque no lo merezco lo he experimentado, lo vivo día a día, lo siento cerca de mí, he sentido su abrazo, su amor incondicional, y esta vez me mostró ese amor nuevamente, dándome verduras y frutas, sí las que no podía pagar, mi mejor amiga me escribió que ella y su familia, que son mi segunda familia, me querían dar un regalo, al abrir el link que me envió para que yo eligiera lo que quería, empecé a llorar como una niña, era todo eso y más lo que no había podido comprar aquel día en esa tienda de barrio.


Al siguiente día llego la comida a la casa 89, y de esa manera vi un milagro, que contiene muchos, más que la comida, el amor de un padre entregándome aun los ingredientes de un en vivo en Instagram que íbamos a hacer con amigos del servicio de la iglesia de la cual hago parte.

Cada vez que pienso en esto no puedo contener las lágrimas, de ver a un Dios tan real, de ver gente que me ama cuando en un tiempo fui tan despreciada y me sentía tan sola, no dejo de llorar porque espero, sueño y oro con que cada persona en el mundo pueda ver que Dios el padre que tanto nos ama, nos esta persiguiendo para amarnos, darnos de él, y suplir cada necesidad, por tonta o pequeña que parezca.

No dejo de pensar en que he llorado en esta crisis, por la crisis, por los cambios, por los pasos que he tenido y tendré que dar día a día, pero sobre todo por la misericordia y el amor que Dios tiene para cada uno de nosotros.

Espero ver mucho más sus milagros, en otros, en el mundo. Este intento por contar algo de todo lo que significa para mi este milagro se queda corto, pero espero pueda acercar a Dios a unos y dar ánimo a otros.

Para finalizar dejo este texto que ha sido por lo menos para mí tan clave en este tiempo:


"El Señor es como un padre con sus hijos,
tierno y compasivo con los que le temen.
Pues él sabe lo débiles que somos;
se acuerda de que somos tan solo polvo.
Nuestros días sobre la tierra son como la hierba;
igual que las flores silvestres, florecemos y morimos."

Salmos 103:13-15

lunes, 16 de marzo de 2020

Cuarentena


Llevaba mucho tiempo sin pasar por el blog y dejar algunas palabras. Hoy vuelvo a retomarlo debido a que se ha bajado la marea en la vida, sin pensarlo nos están pidiendo parar, parar y dejar de correr en la vida.

Personalmente me cuesta, y mi trabajo tampoco me lo permite, pero algunas otras cosas han de parar en mi vida porque así debemos hacerlo. Pero esto me llevo a pensar en todos aquellos que debemos parar porque nos toca y no porque queramos, porque estar en nuestras rutinas nos da una especie de tranquilidad y un sentido de control.

Porque si nos piden parar, y parar por completo entonces será muy difícil de asimilar, les escribo más que todo a aquellos que viven solos, que sus familias están lejos, que sus actividades, trabajo o estudios los han llevado a estar lejos de los que quieren y los quieren. A aquellos que sí nos para todo estaremos solo rodeados por nuestros pensamientos y las paredes de nuestro hogar. Porque no hay nada más difícil, desde mi punto de vista, que tener que parar, llegar a casa y no tener con quien conversar, con quien hablar de lo que está pasando pero sobre todo orar y buscar a Dios cerca de otro ser humano.

A esas personas me dirijo, a quienes dicen, ¿Qué hacer cuando te dicen quédate en casa con tu familia? pero tu familia no está en tu mismo espacio. A ellos les escribo para recordarles que tenemos esperanza.

Si bien vivimos solos no estamos solos.

Les cuento esto porque en mi vida ya he vivido cuarentenas, una por una enfermedad que sufrí cuando niña, no sé cuantos años tendría pero todo esto me llevo a recordar la sensación, no podía estar cerca de alguien, mis padres me observaban desde la distancia por temor a ser infectados, a mi hermano le prohibían si quiera acercarse a la habitación a la cuál había sido destina por algunos días.

Recuerdo desayunar, almorzar y cenar sola, pero sobre todo recuerdo el no poder abrazar a nadie, porque yo tenía un virus en mi y podía transmitirlo, sobre todo a mi familia. Difícil, aún tengo algunas cicatrices de aquella temporada y recuerdo sensaciones de soledad y tristeza, aunque ya no están sino como recuerdos que no duelen.

Esa misma sensación que a veces en situaciones como esta quieren tocar a la puerta de los que viven solos, de aquellos que no cuentan con nadie, o que hasta ahora comenzaron a tener relaciones reales y no virtuales pero les ha costado parar y alejarse.

Y si bien es real que debemos cuidarnos, también es real que soñamos y luchamos con no desconectarnos, con no dejar de intimar.

Pero por ello vengo a este blog para decir que hay esperanza que la temporada va a pasar, pero que esté tiempo lo hemos de aprovechar, no para buscarle el quiebre a la norma sino conocer a aquel que está en medio de las cuarentenas, aquel que no descansa en cuidarnos, aquel al cual podemos abrazar y ser abrazados por él sin ningún temor de causarle daño o causarnos daño, el consolador está ahí para cada uno de nosotros, para aquel que siente un aire de tristeza y nostalgia, para aquel que vive solo o está solo, para aquel que tiene miedo y temor.

Dios esta a la puerta, y en él nuestra alma puede descansar. Aún tengo la sensación de aquella cuarentena pero también de aquella misma vez donde sabía que no estaba sola que aunque papá y mamá, ni hermano, no pudieran estar cerca, Dios estaría ahí, a mi lado y así puede estar a tu lado en medio de toda la locura que podamos vivir. Porque él es el Dios del universo y está en control aún de las emociones que quieren venir a turbar un corazón, como Jesús mismo lo dijo: No se turbe tu corazón sino cree en mi.

Así que deja que Dios mismo te abrace y te acompañe en estos tiempos donde parece que no hay esperanza, pero donde veremos que él está ahí a nuestro lado y que sí nuestra confianza está en él estaremos seguros al pasar nuestra propia cuarentena.

Alfarero

Vivir con dolor es una cosa muy fuerte. Escribo esto mientras me pasan electricidad en uno de mis pies. Aquí estoy en rehabilitación tratand...