Hace un tiempo había llegado a mi vida una hermosa gata, ese día tenia nervios, no sabía cómo iba a ser, como sería su tamaño, su color, su forma de ser, y tan pronto la tuve en mis brazos con sus maullidos conquisto mi corazón. Tan pronto la vi supe que su nombre no tenía que ser uno común de gata, sino que tenía que identificarla. Así que la llame Menchitas, una fusión entre mechas y manchas, porque así es ella.
Menchitas me hizo reflexionar sobre la importancia de tener una mascota, de tener alguien a quien cuidar y por quien ver, pero también la importancia de tener a alguien que te espera en casa, para jugar, morder, y molestar en general. Y por ello pensé que todo niño que nace debería tener una mascota, y así recordar que “señorear y gobernar sobre las cosas” no es hacer un uso excesivo o al gusto y plena voluntad de nosotros mismos, sino administrar lo que se nos ha dado.
Extraño a Menchitas, mis padres no dejaron que la llevara al nuevo apartamento, con la excusa que ella dañaría las cosas, cosa que es falsa, pero sin embargo esas son las reglas que hay en casa, la extraño y llamo para saber cómo se encuentra, agradezco a Camila Bustos más conocida como mi amiguis por haberme dado a Menchitas que aunque ya no esté a mi lado siempre será recordada y amada. Nunca espere que podría llegar a querer o amar a una gata de la manera en que lo hago con Menchis, he llorado por ella, y por fin comprendí ese amor que se tiene hacia un animalito.
Cuando viva sola o con mi esposo espero poder tener una gata, que no remplazara a Menchis sino se le dará el cariño que corresponde.
Me despido de este texto un poco desordenado y lleno de melancolía, pero que era necesario escribir ya que Menchitas dejo una hermosa huella. Ademas dejo la única foto que tengo de ella.